lunes, 25 de febrero de 2008

La circunstancia y el yo.

Tenemos que salvar. Tendemos a salvar. En un principio nos salvamos de fieras que husmeaban nuestra carne y mas tarde fuimos colocando alarmas en el cabezal de la cama. Se puso en marcha la cadena de montaje y nos vino la seguridad porque el peligro era demasiado puro como para inhalarlo. Pero en la cárcel el humo se rarifica, y sin perro no hay rabia. En el presidio, sin rabia ni circunstancia, sólo quedan los ladrillos, uno, y la carga de un tiempo cada vez más escuálido. ¿Y ahora qué? ¿A qué circunstancia se salva?

2 comentarios:

sleal dijo...

Rafa... fue lindo encontrar tu comentario. Siempre es bello encontrarte. No sé cuánto tiempo después -más de un año- me sigue alegrando leerte de una manera que es difícil (d)escribir. Recuerdo una película de Wong Kar Wai.

Un abrazo

sleal dijo...

Rafa! Controlarás todavía este blog? Llevo tiempo pensando en cómo te podría localizar de nuevo.